LOS TRES ASPECTOS DE LA SEXUALIDAD
Uno de los errores más grandes de la educación sexual de nuestros tiempos estriba en propalar la falsa teoría de que el individuo posee, por su propia naturaleza, todos los conocimientos y condiciones que le capacitan para una vida amorosa y sexual sana y satisfactoria.
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Es cierto que los instintos y el impuso sexual bastan para la procreación; y que muchos hombres y mujeres no necesitan instrucción especial para poder iniciar, en el momento oportuno, unas relaciones sexuales correctas.
El individuo huérfano de toda educación sexual realizará el coito; incluso el conocimiento de los órganos, las pérdidas seminales nocturnas, la masturbación, la menstruación, se presentarán sin necesidad de una cultura sexual previa; pero el ser humano no puede darse por satisfecho con una preparación tan simple, debe exigir de sí mismo algo más que la limitación temporal de unas relaciones meramente físicas y elevarse a las formas superiores de la comunión amorosa.
Se debe tener en cuanta la existencia de una postura humana fundamental con respecto al placer: El hombre desea que este sea cada vez mayor, y retenerlo durante el mayor tiempo posible. Apenas si existe, ni de manera tan sólo aproximada, una vivencia capaz de compararse al orgasmo.
El orgasmo, tan embriagador momento, al que suele seguir el sueño y el descanso, capta todas las fuerzas de la fantasía humana. Así, pues, unas relaciones amorosas prolongadas y fructíferas precisan del amor que procede de las potencias anímicas espirituales, y por consiguiente, es necesario que estas potencias estén bien desarrolladas.
La superación del sexo en el amor se hace posible cuando existen las debidas condiciones ánimo-espirituales. Y por ello, los seres necios y primarios apenas podrán aquellas cimas de la vida amorosa, sólo accesibles a los mejor dotados.
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Los individuos libres de inhibiciones morbosas y de obsesiones sexuales, que además, estén desarrollados por completo y gocen de gran vitalidad, podrán escalar la más alta cima de la vida amorosa, siempre y cuando se disponga de la necesaria ilusión amorosa.
El amante ideal se diferencia totalmente del donjuanesco o del casanova; no es libertino ni seductor en el sentido tradicional de la palabra. Su pasión erótica está basada en una estrecha relación con el compañero. No solo son sexualmente robustos, sino que su capacidad amatoria es duradera y viva.
TRES ASPECTOS DE LA SEXUALIDAD: EL GOCE SEXUAL, LA TERNURA Y LA PROCREACIÓN
La vida amorosa, o por especificar mejor, la sexualidad, ofrece tres aspectos que están claramente definidos que se compenetran y que también pueden ser usados independientemente: El goce sexual, la ternura y la procreación.
De hecho estos tres aspectos son inseparables, pues en el abrazo más elemental siempre existe un embrión de ternura; en la relación más furtiva, también existe un deseo, más o menos consciente, de hacer permanecer y durar la unión por la intervención de una tercera persona, el hijo, que la consagra y prolonga los efectos en el tiempo.