EL DESARROLLO DE LA SEXUALIDAD (EDUCACIÓN SEXUAL)
La ignorancia nunca puede ser beneficiosa a nadie en ningún terreno. La manera más fácil de caer en el peligro es desconocer su existencia, así como la mejor manera de evitarlo es conocerlo y saber los daños que pueden derivarse de él.
La relación sexual entre hombre y mujer tiene por finalidad la reproducción de la especie humana, y esta función seguramente es la más importante de cuantas puede cumplir el hombre en el orden natural. Esta función no puede dejarse al arbitrio del instinto.
El hombre es el único ser de la creación que no debe comportarse instintivamente: Puede utilizar su inteligencia y tiene potestad y libre albedrío para hacer las cosas bien o mal según le apetezca. Por este motivo es responsable de sus actos, y por lo mismo es necesario que se instruya y sepa dirigir sus instintos para saber como debe comportarse en el cumplimiento de sus funciones de reproducción.
Por consiguiente, la posibilidad de una educación sexual depende, primero, del conocimiento de lo que ocurre en la esfera del sexo, y después de la propia experiencia del educador. Educar la sexualidad es algo más que informar acerca de ciertos misterios de la vida. Consiste en dar al individuo la posibilidad de integrarla, de incorporarla a su manera de vivir, de sentir y de querer, elevando esa sexualidad al nivel del hombre.
El estudio de la sexualidad parte del conocimiento de que el sexo no es una parte o una simple función del individuo. Se es hombre o mujer como un todo, al igual que se piensa, se siente y se actúa como hombre o mujer en función del sexo.
El sexo conforma nuestro cuerpo, y no sólo en cuanto a los atributos primarios o secundarios, sino por otras características que informan nuestra manera de ser en los contenidos de la virilidad y la feminidad, como en la maduración y el desarrollo.
El ritmo evolutivo no es el mismo en los dos sexos. La aparición de ciertas habilidades y aptitudes sigue un ritmo e incluso una calidad distinta, al igual que los intereses, por muy influidos que puedan estar por la cultura que se vive.
Por eso mismo la educación sexual debe considerarse como una faceta, como una intención, dentro de la educación general. Se pretende formar niños y niñas como eslabón imprescindible, si se desea obtener hombres y mujeres de verdad.