ADOLESCENCIA, SEXUALIDAD, PUBERTAD
El período comprendido entre el término de la niñez y el principio de la pubertad se le llama adolescencia. Es el período en que empieza a dejarse sentir el desarrollo de los órganos reproductores: En el hombre, la eyaculación o pérdida seminal espontánea; y en la mujer, la presencia de la menstruación.
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También se ha dicho que la pubertad empieza cuando se desarrolla el primer espermatozoo en el hombre y el primer óvulo en la mujer. Cronológicamente debe situarse este período entre los once y los quince años, y sus variaciones dependen de las condiciones climatológicas, estado de nutrición, vida de relación, entre otras.
En los países cálidos y a orillas del mar la menstruación es más precoz, pudiendo aparecer a los diez años; en cambio en las regiones frías y en la alta montaña no aparece hasta los quince y, a veces, los dieciséis años. En España se observan estas diferencias entre las costas andaluzas, donde es frecuente la menstruación a los once años, y los pueblos del Alto Pirineo, donde las mujeres no suelen menstruar hasta los quince y dieciséis.
En los muchachos ocurre algo parecido, e influye en la precocidad o retraso de su instinto sexual las condiciones de vida. La pubertad se adelanta en el adolescente que sigue un régimen de alimentación demasiado rico y se retrasa en el que lo tiene más pobre.
Sin embargo, tales diferencias tienden a aminorarse como consecuencia de las mejoras alimenticias e higiénicas de la civilización, manifestándose en general una tendencia a la precocidad. Buen ejemplo de esto ha sido la noticia de que una niña de diez años ha dado a luz, en un hospital del suburbio de Buenos Aires, a un niño. Y ambos se encontraban en perfectas condiciones.
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Es más fácil establecer el comienzo de la edad púber en las muchachas que en los chicos, pues la menstruación femenina aporta la prueba de que el ovario ha puesto su primer óvulo. Esta manifestación femenina no constituye ningún tabú en nuestra sociedad y hasta se observa con alborozo por la familia.
Pero con la primera eyaculación, voluntaria o involuntaria, del hombre no ocurre lo mismo; quienes le rodean no lo observan, ni él lo confiesa. Una de las eyaculaciones más precoces que se ha podido observar, tuvo lugar a los ocho años.
La evolución fisiológica de la sexualidad en el ser humano comprende tres períodos perfectamente delimitados: La pubertad, durante la cual alcanza la madurez sexual, la madurez propiamente dicha, definida por la capacidad de procreación, y el climaterio, época en que cesa dicha capacidad procreadora.
En la pubertad existen una seria de transformaciones psíquicas motivadas por la influencia de las glándulas endocrinas, que en el cuerpo se revela por la aparición de los llamados caracteres secundarios de la sexualidad.
Estos caracteres secundarios de la sexualidad parecen depender de la acción de las llamadas hormonas, que son productos elaborados en nuestro organismo por las glándulas de secreción interna, y que, circulando con la sangre, ejercen su acción sobre partes distintas del mismo organismo.
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Estas glándulas sexuales (Gónadas) existen desde el nacimiento pero no empiezan a funcionar hasta el momento en que la hipófisis proporciona el impulso necesario. La hipófisis es una pequeña glándula de secreción interna situada en la parte inferior del cerebro. Se compone de dos lóbulos, anterior y posterior. El primero produce, entre otras, la hormona que controla el funcionamiento de las gónadas, y recibe el nombre de gonadotropa.
Por su acción hormonal los testículos producen la androsterona y la testosterona, que actúan sobre los órganos sexuales y sobre los caracteres secundarios masculinos, regulando la acción de las glándulas subordinadas y activando la espermatogénesis.
El organismo femenino es más complicado que el del hombre y su función no se limita a la producción del óvulo. Además debe preparar todo lo necesario para su evolución una vez fecundado. El embrión debe ser nutrido a expensas de la morfología típica del sexo durante nueve meses y luego alimentado con la leche materna, por eso son necesarias una serie de hormonas.
En principio, las gonadotropas hipofisiarias estimularán y mantendrán, como en el hombre, la producción de hormonas sexuales; de éstas, el ovario producirá dos principales: La estrona o foliculina y la progesterona. La primera actúa en la formación y desarrollo de los caracteres sexuales (Primarios y secundarios) de la mujer.
La acentuación de todos estos caracteres señala la completa diferenciación de la pubertad, marca la llegada de cada uno de los sexos a su completo desarrollo y revela que han alcanzado la edad de poder reproducirse.
En este período, que comprende de los doce a los dieciséis o dieciocho años, es cuando conviene que los adolescentes, hombre o mujer, reciban la debida educación sexual; y es más conveniente porque en esta edad se desarrolla el apetito o impulso sexual; es cuando un sexo se siente atraído por el opuesto, y la atracción suele ser más intensa cuando más diferenciados están sus caracteres.
Si en este período de la vida se deja a los adolescentes en la ignorancia de todo cuanto se refiere a la vida de reproducción y, por consiguiente, a las relaciones sexuales, se corre el riesgo de que adquieran estos conocimientos en malas fuentes, se entreguen a placeres solitarios y caigan en aberraciones peligrosas, tanto desde el punto de vista moral como de su salud física.
La enseñanza de estas cuestiones corresponde por entero a los padres, que de esta manera vendrán a ser los mejores confidentes y consejeros de sus hijos, no solamente en cuestiones de sexualidad, sino también en los múltiples escollos que lleva consigo la vida de relación.
LA PUBERTAD EN LA MUJER
La pubertad en la mujer está desarrollada, generalmente, en cuatro períodos que duran varios años. La primera regla o menstruación en la mujer, como las primeras eyaculaciones del hombre, no implica verdadera madurez sexual. La ovulación y los espermatozoides suelen presentarse más tarde, cuando realmente se ha presentado todo el ciclo de evolución fisiológica.
El período prepuberal de la muchacha se inicia con los prodromos del a pubertad, hacia los diez años en nuestras latitudes. Aparece el vello sexual, el desarrollo mamario, las caderas, la pelvis. La niña crece se desarrolla, dando el clásico estirón corporal. Este período finaliza al cabo de dos o tres años con la menarquía o aparición de la primera regla.
Se inicia el período puberal con esta primera menstruación. Durante este ciclo menstrual puede producirse ovulación, pero generalmente es estéril por no haberse completado el ciclo genital básico. Sigue apareciendo el vello pubiano juvenil en forma de triángulo con el vértice inferior; continua el crecimiento mamario, y se inicia la aparición del vello axilar. Estos caracteres sexuales también varían según la constitución corporal.
Los cambios del aparato genital son notables; modificaciones de los ovarios, que aumentan de volumen y empiezan la maduración ovárica y el crecimiento de varios folículos hasta alcanzar el folículo de Graaf; modificaciones de las trompas y el útero hasta casi duplicar su peso y su volumen; la vulva se cubre con los labios mayores y menores para cerrar el orificio vaginal; se desarrolla el clítoris y el sistema eréctil; el monte de venus se cubre de vello; y la glándula mamaria se desarrolla casi por completo.
El cuerpo crece de estatura, más de lo que ya se había estirado; al principio aumentan la longitud de los brazos y las piernas, luego se desarrolla el tronco, con el incremento de los senos y las caderas, adquiriendo la morfología caracteres típicamente femeninos.
Al crecimiento del esqueleto sigue el desarrollo muscular; la grasa se infiltra en el tejido celular subcutáneo, en regiones como caderas, nalgas y vientre. La piel se hace más suave al tacto, y en las mamas aparece la pigmentación perialveolar alrededor del pezón. Este período suele finalizar a los dieciséis años en nuestras latitudes.
En el período pospuberal la niña alcanza el total desarrollo sexual y se transforma en mujer. Se perfecciona la forma de su cuerpo y se completa la maduración psicológica. Se produce un desarrollo de la inteligencia, del carácter y de la personalidad.
También en este período es cuando se da cuenta de que experimenta una atracción física por individuos del sexo opuesto. Este paso del juego infantil al conocimiento real de la atracción sexual se realiza en forma progresiva y condicionado por la educación y el medio ambiente.
En nuestra época, o en esta civilización actual, sobre todo en las grandes ciudades en las que el sexo es como un objeto de consumo, este conocimiento se adquiere mucho antes de los dieciséis años. Algunos moralistas se atreven a decir que los niños son precoces por causa del cine y de la televisión y a los trece años ya suelen estar al cabo de la calle en estas cuestiones. Es cierto que puede aprenderse antes, pero en realidad, hasta el despertar de la libido no se hace realmente consciente.
Es el momento en que la muchacha es capaz de enamorarse. Lo que antes era un sentimiento lúdico, de juego, ahora adquiere repentinamente un enorme valor; el primer amor. Existe una precocidad amorosa en la muchacha respecto al varón, pero esta sensibilidad es de aspecto sentimental y romántica, incluso maternal, sin relación sexual.
El despertar de la libido no es precoz, sino más bien tardío, a no ser que la muchacha esté sometida a influjos externos perturbadores.
La pubertad también sufre alteraciones y puede ser precoz y tardía. Es precoz cuando las gónadas despiertan prematuramente a causa de una mayor actividad del lóbulo anterior de la hipófisis. También pueden producirse otras causas. Se pone de manifiesto tanto en los caracteres sexuales como en la complexión.
El vello pubiano aparece prematuramente, se produce una feminización a su edad, excepto en la parte psíquica: Puede llegar a tener cuerpo de mujer, pero mentalidad de niña, pues el desarrollo de la psiquis no suele ser paralelo al somático, ajustándose más a su edad.
La tardía se caracteriza por el atraso que se produce en el funcionamiento de las gónadas, y también por otras causas. Se considera que existe tal situación cuando a los quince años no se presentan signos de maduración de los caracteres sexuales. Médicamente se trata con hormonas sexuales femeninas y se obtienen excelentes resultados.
Durante la pubertad se recomienda generalmente una higiene que consiste en vida normal, a ser posible al aire libre, alimentación adecuada, régimen mental apacible y vigilancia médica.
Y tras esto se llega a la nubilidad, cuarto período y época en que la mujer completa su madurez con plena aptitud para la maternidad y el matrimonio. La niña se ha convertido en mujer capacitada para concebir y gestar un nuevo ser con toda normalidad. Su ciclo sexual es fértil existiendo una ovulación normal y formación o involución del cuerpo lúteo. Este fin biológico se alcanza, generalmente, a los dieciocho años.
PERÍDOS DE PUBERTAD EN EL VARÓN
Los períodos de pubertad en el varón son menos acusados que en la mujer. También el conocido estiró aparece un poco más tarde que en la niña, y toda la morfología del niño resulta un tanto equívoca en esa época.
Hacia los trece años se inicia el vello pubiano juvenil, en forma de triángulo con vértice superior, en oposición a la forma femenina. Hacia los catorce o quince años aparece el vello axilar y una intensificación del desarrollo toráxico y muscular, incrementándose el tamaño de los órganos genitales.
Entre los dieciséis y dieciocho años brota el vello facial, continuando el aumento de los genitales y el crecimiento corporal, que se completa con la morfología típicamente masculina conjuntamente con el total desarrollo de la psicología varonil entre los diecinueve y los veintidós años.
Marañón expuso una idea sobre el desarrollo psicosomático del ser humano, la cadena niño-mujer-varón, que posee gran trascendencia en la comprensión de muchos problemas que aquejan a los niños en la pubertad. Según el ilustre médico los dos sexos son atributo del embrión; posteriormente uno de ellos se desarrolla de forma preponderante mientras el otro se inhibe y solo evoluciona de una manera secundaria.
En el varón, tras la fase de indeterminación sexual de la niñez, aparece la fase femenina, prepuberal, que se manifiesta en gran número de muchachos con una adiposidad particular, de apariencia femenina, y por un retraso de la evolución de los órganos sexuales con indecisión de la libido y otros síntomas feminoides.
En realdad el niño sufre dos pubertades: La de su pequeña feminidad y la de su gran virilidad. Esta fase feminoide se desvanece al constituirse la pubertad, afirmándose los caracteres morfológicos y psíquicos propios del varón, entre ellos la libido que lo lleva a sentirse resueltamente atraído por la mujer.